Por: Gregorio Gil Ruedas

“Cuando la piedra se vuelve carne,

                el corazón se vuelve piedra.

 

Laura Esquivel, escritora mejicana autora de “MALINCHE

 

El sistema cogido legalmente por los pelos para gobernar de espaldas al Parlamento en época tan convulsa como fue la pandemia, ha pasado a ser el modus operandi con que este gobierno intenta apuntalar sus graves problemas diarios más aquellos que sus “socios progresistas” les acarrean. Bajo el falso palio del ”hagamos de la necesidad virtud” por el que cualquier despropósito se nos presenta como una victoria del diálogo basada en un recíproco egoísmo que falsamente les une, no se esconde sino un trampantojo más que consigue doblar la razón en beneficio de quienes mueven los hilos de los muñecos.

 

No existe virtud alguna en satisfacer los deseos exclusivos de unas minorías retorciendo la ley para dar visos de legalidad a lo que claramente son injusticias que premian actos anteriormente juzgados y condenados por la ley. No se puede comprar poder al precio de amnistías y de blanqueamientos de partidos o personas. Se debería en todo caso hacer virtud con el trabajo de un gobierno que olvide su ego y su ombligo y se dedique a lograr el bien general de un país y no en empeñarse en dividir y colonizar, cuando no romper los cimientos democráticos: la separación de poderes, el respeto a quienes no piensan como tú y el cumplimiento de la legalidad.

 

Aquella anomalía, con sus decretos leyes de múltiples y variados temas que sirvieron no pocas veces como tapadera de acuerdos, decisiones y negocios fraudulentos fue la forma de actuación de Gobierno y Parlamento.  Pasada, mas nunca olvidada la pandemia, ahora ha quedado establecida como norma y método para el presente y futuro de nuestra democracia si no cambiamos de parecer y actitud. Así, hemos vivido una de tantas sesiones azarosas con la no aprobación de un superdecreto ómnibus con tropecientas medidas diferentes, un “totum revolutum” del todo o la nada. Como si para comprar unas chuletillas tuvieras que pagar y tragarte el cordero entero con lana y pezuñas incluidas. Fino humor y desbordante imaginación de quienes acertaban cambiando el término por TROLABÚS tan indicado para el caso.

 

La trola estaba bien clara en el mayúsculo engaño, uno de tantos bulos  más que  se pretendía realizar y que engalanan la actividad política diaria. Según el corifeo ministerial y mediático de “biempagaos”  !LA CULPA ERA EXCLUSIVA DEL PP, PUES NO QUERÍA SUBIR LA JUBILACIÓN DE LOS MAYORES NI OTRAS MEDIDAS DE IMPORTANTE CALADO SOCIAL INCLUIDAS EN EL OBLIGATORIO MENÚ¡ Y tan felices que se quedaron. Hay que tener poca lacha – decía mi madre- para intentar colar bulo tras bulo día tras día.

 

Y mira que tenían diferentes posibilidades que se les ofrecieron, pero ninguna valía pues el relato, esa verdad oficial que dirige la política,  no se podía perder y necesitaba echar la culpa a otros. Mas el mensaje no llegó a calar y los mayores que vivimos e hicimos  la transición a la democracia nos vimos tomados por tontos a los que se nos quería engañar con viejas trapisondas. Seremos mayores, pero no imbéciles y bien sabemos quien y quienes han jugado con nosotros, con nuestras pensiones y con nuestros miedos, al igual que antes sucedió con la calamitosa dana. Aún siguen esperando esas ayudas que a ellos les llegan con cuentagotas y que sobran para amiguetes, enchufes, negocios y paguitas por doquier. Todavía no se han enterado que la cantidad y el número de personas o familias subvencionadas no marca el éxito en la labor de un gobierno.

 

Gracias a Puigdemont, el impredecible y progresista prófugo que cual Fidel Castro ”llegó el comandante y mandó a parar”, puso firme al gobierno y exigió, al igual que otros, el troceado de lo que hasta ese momento era una indisoluble y rocosa unidad que jamás sería mutilada. Pero como quien manda es el que manda – lo cual ha sido y es obvio-, el indestructible decreto en horas veinticuatro, pasó de las musas al teatro de la realidad. Así que bien partidito y troceado para su mejor deglución fue aprobado con la excepción de Vox que siempre necesita significarse. Que se lo pregunten a Trump.

 

Sin sonrojo alguno, el gobierno que minutos antes lloraba por “el dolor social” que otros habían creado con su negativa mientras ellos mantenían su indisolubilidad se vieron obligados a esperar horas en Moncloa y cambiar de consigna para cantar las bondades y virtudes que conlleva el ceder nuevamente al chantaje de  una negociación, innecesaria a todos los efectos, pues gratis tenían la aprobación por simple ofrecimiento del partido mayoritario en la Cámara.

 

En esta España nuestra donde la anormalidad se ha convertido en la norma, no podemos sino admirar la capacidad que tienen para censurar en los demás lo que en sus carnes son virtudes y valores democráticos, al tiempo que responsabilizan en otros sus propias faltas o errores. Es la versión actualizada del viejo “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio” o cambiarlo por la carnavalesca afirmación delVaya país que nos va a dejar la oposición.

 

Y atentos al siguiente entremés o tragedia, pues renacen los presupuestos aparcados en la cochera. Viviremos un nuevo capítulo de apaños e imposiciones ( la mentira de la quita, inmigración y fronteras) que solo servirán para hacernos más pobres y trocear el Estado con acuerdos que necesitan disfrazarse de la legalidad constitucional de la que hoy carecen según comentarios anteriores de ministros y presidente. Herrero habrá, para martillo en mano, enderezar el entuerto.

 

Como le decía el gitanillo a su padre: ¡Ay papa, y que tengamos que decir que la borrica es buena!

 

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