‘Nada de lo humano me es ajeno’, dijo (más o menos, cuidao) el autor romano Publio Terencio Africano (o Afro), en su comedia ‘Heautontimorumenos’ (“El enemigo de sí mismo’). En realidad, Publio hizo decir el siguiente parlamento a uno de los personajes de su comedia: “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” («Soy un hombre, nada humano me es ajeno»), con perdón; y la frase escrita en el año 170 ó 165 antes de Cristo, se convirtió en un proverbio que se asemeja a tantos otros citados en la ‘sagrada’ Biblia. El párrafo quiere marcar fielmente lo que debería ser el comportamiento humano. Pero, Doctora, usted se preguntará el porqué de este soporífero prefacio cultureta, ¿a que sí? Y yo le diré que más que nada es porque así aprecie el lector que me he leído antes de empezar a verbalizar, al menos, un capítulo de la Wikipedia.
No; bueno, sí. Es que llevo pensando unos días la paradoja de que, si bien, todas las gentes y las cosas me importan, me es imposible opinar sobre cuestiones fundamentales o importantísimas (según para quién), con una mínima autoridad o con el menor conocimiento. No sé nada, no he estudiao, sobre la teoría ésa de ‘las cuerdas’ (sé algo más de las locas, pero ése no es el tema), ni del ‘cambio climático’, aunque lea, sienta y huela cosas; ni de las ‘matemáticas modernas’, aquella de los conjuntos que ni la olí, ni me hubiera servido pá ná, y que duró dos días (ay, esos programas escolares). No he profundizado en el sexo tántrico tanto como hubiera debido, ni me interesé jamás en lo más mínimo sobre el arte del ikebana. A mí muchísimo de lo humano -y casi todo lo inhumano- me es ajeno y lejano, por lo que trato de no ver imágenes truculentas de asesinatos, simplemente porque no son plato de mi gusto. Esa clase de morbo no va conmigo, y aunque me jode que pasen esas cosas, me jode menos si cambio de canal. La lucha árabe-israelí viene de lejos y cada tanto se escribe un nuevo capítulo sangriento y escabroso, que no acaba con el conflicto, sino que abre más heridas. Me coge lejos el asunto, me es ajeno, lo veo en los rostros de unos y otros. Estoy en espíritu con las víctimas inocentes, siempre, porque siempre lo son. Los culpables y los responsables casi nunca ocupan la lista de bajas; esos no están en las trincheras, ni en la primera línea; a veces, incluso, ni en la retaguardia. Lo realmente atroz es lo que ocultan estos conflictos que no interesa que se extingan, por parte de sus impulsores. Este es otro horrible capítulo, más largo o más corto, quién sabe, salido de la escombrera de mentes profundamente oscuras. Esto sigue, Doc, hagamos o digamos lo que sea los “ajenos”.
Las tonterías de lo que pasa por aquí, en cambio, sí nos son familiares y cercanas. Por example, el Psoe de Don Benito ha denunciado ahora, “el trato que han recibido algunos vecinos defensores de la fusión en el Pleno”, cuando la Policía Local “dirigida por la alcaldesa”, dicen los psoístas, “impidió la entrada a personas a favor de la fusión en la última sesión plenaria, sin justificación alguna, coartando la libertad de expresión de la ciudadanía dombenitense”, dicen ellos, la psoe, muy circunspectos. Luego siguen criticando en el comunicado a la alcaldesa y a su equipo de gobierno por “negarle el derecho a intervenir” en el pleno, al grupo del Psoe, que insiste en replicar una y otra vez, alargando hasta el infinito la sesión, adrede, como antaño hacía Quintana en la oposición, ante la presidencia plenaria de un Mariano Gallego muy enfermo… (estuve ahí, y mejor me guardo los epítetos que me surgen al recordarlo…).
Es probable que no recuerden los psocialistas que el propio Quintana en la alcaldía vetó el ingreso en un pleno no muy lejano a los ciudadanos y decretó por sus bemoles una sesión a ‘puerta cerrada’, con mucha policía local y nacional en la puerta, para que no ingresaran al salón los partidarios de Siempre Don Benito, contrarios a la fusión, ni yo, como periodista, ni ningún espectador, salvo concejales y alcahuetazos varios arrimados al poder. Pero con el psoe nunca se sabe si se olvidan de las cosas cuando les conviene, si no ven lo evidente cuando les afecta, si sólo mienten con todo el papo, sin más y no pasa nada, o si se trata simplemente de un nuevo ‘cambio de opinión’. Luego los psoístas se quejaron que a la salida de ese pleno que digo -el de las puertas cerradas a Siempre Don Benito-, los ciudadanos (a los que dicen ‘defender’) con su libertad de expresión cercenada ese día, les abuchearan. No fue hace tanto, muchachos, remember, plis. También estuve ahí; tengo el video y el CD.
En los plenos de la anterior legislatura, con mayoría psocialista y todo controlado, los comisarios o alcahuetes a sueldo del Psoe -papel penoso donde los haya-, presentes en el salón, censuraban con palabras, gestos y miradas al personal asistente, a quien se le ocurriera abrir la boca durante la sesión. Ni rechistar. Y de entrar un cartel o una pancarta al salón, olvídate, fascista. Hoy por hoy, en Don Benito, los plenos son un circo provocado por algunos concejales de la oposición, por muchos ciudadanos “dombenitenses” (según dice el psoe en la nota, pero le faltó agregar, “y villanovenses arrimados y apadrinados por gallardín y la channing”) y hasta por algún reportero intrépido ‘mercenario, progresista y follonero’, que no cesan todos en joder el ambiente plenario con gritos histéricos, interrupciones, pancartas, provocaciones, quejas e insultos (se puede ver, ahí están los videos, Doc). Lo que se entiende por una verdadera “democracia psocialista”.
Otro día hablaré de otros plenos históricos, vergonzosos y escandalosos en Santa Amalia, en Don Benito y en Villanueva, protagonizados por el Psoe en el gobierno o en la oposición, a los que uno, el que teclea, tuvo el placer de acudir. Dónde el Psoe reclamaba, cada vez, como dueño que se creía de él, el ‘derecho de pernada’, aquél que poseían los señores feudales antaño y luego los señoritos. Esto es que quienes debían mandar siempre eran ellos, sea cual fuere el resultado electoral, y que sus deseos y propuestas de gobierno debían ser incuestionables para todos; o te vas fuera, so mamón opositor. Una anomalía genética como cualquier otra, heredada de varias generaciones de dictadores. Pero es cierto, también, que nada de lo que allí pasaba -en aquellos plenos- me resultaba ajeno; le juro, Doc. Ni muy humano tampoco, qué quiere que le diga.
Buenas tardes.
Carlos Lamas
Octubre, besándose ya con noviembre
Semanario Vegas Altas (para la web)
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